Hacia
el año 600 A.C., el filósofo griego Tales de Mileto observó que,
frotando una varilla de ámbar con una piel o con lana, se podía
crear pequeñas cargas, que atraían pequeños objetos. También
habían observado que si la frotaban mucho tiempo podían causar la
aparición de una chispa.
Cerca
de Mileto, (en la actualidad Turquía), se encuentra un sitio
arqueológico llamado Magnesia, donde en la antigüedad se
encontraron trozos de magnetita. Los antiguos griegos observaron que
los trozos de este material se atraían entre sí, y también con
pequeños objetos de hierro. La palabra magneto (en español, imán)
proviene del lugar donde se descubrió.
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